Mejore su béisbol: Como un libro me enseño sobre el deporte, estadística y más

Mejore su béisbol: Como un libro me enseño sobre el deporte, estadística y más

De niño descubrí que me gustaba leer. La verdad no me gusta tanto leer como aprender. Pero, en aquellas épocas a finales de la década de 1970, principios de los años 80, era  la radio, los periódicos, los libros y revistas, aquellos medios de información más accesibles. Si, ni siquiera la televisión, al menos no en casa. Eran las épocas de la televisión a blanco y negro; papá compró la primera TV Panasonic a color en 1982 y lo recuerdo bien porque fue algo fantástico que me atrapó por horas. La caja de cartón donde venía la TV era enorme, al menos para el niño que era yo en ese momento, y decidí usarla como acogedor refugio para ver desde allí los programas que ahora resplandecían frente a mis sorprendidos e ilusionados ojos. Pero, eran los programas de televisión eran limitados, unas cuantas horas al día y temas que no siempre eran muy atractivos para mi interés infantil.

Cierto día una vecina preguntó por un libro, no recuerdo cual. Mamá le contestó que no lo teníamos disponible en casa. Y es entonces cuando yo caigo en la cuenta de una impactante realidad: en casa no había libros. Los libros que había visto, y no podía leer porque apenas estaba en el proceso de aprender tan desafiante tarea, estaban en una “credenza” en el inexpugnable dormitorio de mi abuelo Jorge.

Eran decenas de libros y otras varias revistas. Libros que mis abuelos paternos habían comprado para la educación de mis tíos. Estaba ahí aquella maravillosa enciclopedia ilustrada Larouse, llena de las más fantásticas historias y en donde conocí a Dante y su Divina Comedia; aprendí a apreciar el talento de muchos escritores como Horacio Quiroga y sus cuentos. Jorge Isaacs me despertaba cierta tristeza con la historia de María…Y sin duda, Carlos Salazar Herrera y Jorge DeBravo, se hicieron mis amigos quienes me contaban historías nuevas, con personajes y escenarios que cultivaban en mí semillas de creatividad.

Los Cuentos de Angustias y Paísajes de Carlos Salazar Herrera me atrapaban en una narrativa con un ritmo inspirador y sobre todo finales cortantes y algunas veces intrigantes. Esa forma de escribir aún me cautiva.

Con Jorge DeBravo el asunto fue distinto: era poesía. ¡Y qué poesía! Terrestre, honesta, con sabor a tierra…a Costa Rica. Jorge, el maravilloso poeta turrialbeño, llegó a mí con su Antología Mayor, y me vi enfrentado a tratar de entender lo que él entendía y de manera hermosa plasmaba en aquella lírica irreplicable.

Mi colección de libros: mi biblioteca

Mientras oía en la radio a Madonna, Michael Jackson, Tears for Fears, Chicago y muchos otros más que ahora son parte de esa “buena música” que escucho hoy, empecé a darme cuenta que quería tener libros para leer y aprender. Me encantaba la idea de enfrentarme a palabras que no conocía, y entonces ir a buscarles significado. Tratar de interpretar esa poesía alucinante y hacerla mía, mi explicación y sentimiento; eso era un maravilloso y profundo ejercicio personal que aun llevo en las fibras de lo que soy, de lo que se construyó…

Y es ahora, décadas después, varias décadas de educación pública, una carrera de estudio en ingeniería, mi inclinación hacia la estadística aplicada y el mejoramiento empresarial, la administración y emprendedurismo, todo esto, me llevó a compilar mi biblioteca.

Centenares de libros y revistas. Muchos comprados, otros llegaron como obsequio y  pocos libros me fueron heredados (no, los libros en casa de mis abuelos, se quedaron casi todos en la “credenza” e ignoro el destino que tuvieron). Y es la colección que me abriga en el cuarto de casa, que ahora por acuerdo mutuo con mi querida esposa; es una biblioteca que debe ser curada y regulada en su crecimiento físico. Se reparte entre aquellas obras de más de 50 años, con papeles amarillentos, y los libros digitales que no se ven al menos que se acceda a ellos por esas pantallas que abundan en el siglo XXI (pero, que la verdad, no son ni por asomo, parte verdadera de mi colección de libros. Los libros digitales los aprecio, pero no tienen más un dejo a archivos de respaldo…)

Historias de mis libros 

 Decidí hacer un inventario de  mi biblioteca personal, y como parte de esta demandante tarea que entra en conflicto con múltiples tareas de eso que llamamos “vida adulta”, he querido también aprovechar el ejercicio de ordenamiento y entonces compartir algunas historias que me llevaron a apreciar algunos de esos libros.

Son historias de cómo llegaron esos libros a mí; pero, sobre todo, lo mucho que me han ayudado.

Esos libros son amigos, sean amigas las novelas, los cuentos, la poesía, también los libros técnicos y especializados en ingeniería, matemática, física, grafología, psicología, teología y muchos más temas; son obras que me han acompañado a entender, a reír, reflexionar, crear criterio y opinión; son esos consejeros de librero, de estantería, que por años han estado ahí para ayudar.

Luego hablaré de los amigos perdidos en batalla; aquellos libros que alguien tomó y jamás retornó. Solo espero hayan sido leídos, disfrutados, aplicados, que supongo es la vida misma de un libro.

Mejore su Béisbol 

“Mejore su Béisbol” no fue el primer libro que llega a mi colección; pero, sí es el primero que me encuentro al iniciar el inventario.

Papá en los años 80, junto con algunos amigos vecinos, veían las Grandes Ligas. Fue para mí la época del Mago de Oz, Ozzie Smith, John Tudor, Gary Carter: los Cardenales de San Luis y los Mets de Nueva York, se convirtieron en los equipos que recuerdo con cariño y cierta afición desde aquellos años.

¿Qué sabía yo de béisbol? Nada. Es el Niño Dios aquella Navidad quien se las ingenia para traer directamente desde Nueva York, una hermosa camiseta de los Mets, un casco de bateo, y como si fuera poco: una manopla de jardinero, bola de béisbol y nada más y nada menos que este acompañante instruccional, llamado “Mejore su Béisbol”.

“Mejore su Béisbol” era, y es, este libro maravilloso, organizado para explicar paso a paso el juego, y mejor aun, ayudar a jugarlo con propósito. Recuerdo sentarme en la mesa de nuestra casa en Tibás, y ver las fotografías que describen aun cómo lanzar la pelota si eres “pitcher”, “catcher”, “primera base”, ¡desde cualquier puesto!. Para mí era entretenimiento de la mejor calidad: leer, aprender y aplicar. Creo que es este libro el responsable de sembrar en mí la idea del conocimiento estéril si no se usa o no se desafía; este  pensar y sentir: no sirve de nada leer, si lo que se lee no se entiende, y lo que se entiende no se aplica o no se confronta con otros puntos de vista, hechos, realidades…

Como no siempre había amigos disponibles para jugar, y yo crecí catorce años como hijo único, resultaba más sencillo ser “pitcher”. En el corredor de casa, un espacio largo, protegido e ideal para el lanzador en ciernes. Desde un extremo del corredor yo colocaba “mi loma de lanzamiento” y  en el otro extremo del corredor, una caja de cartón que simulaba la zona de “strike”. Era momento del ¡playball!. Intenté dominar la forma de sujetar la pelota y darle giros que la hicieran generar ese inesperada “bola curva”, o los cambios de velocidad, sin olvidar, claro está, la irremplazable “bola rápida”.

Nunca supe que tan rápido lanzaba, ni si la curva era tan curva. Eso no importaba. Mientras la bola estaba en mi mano yo era un Tudor derecho que lanzaba era proyectil esférico con la mayor destreza. Ese pequeño libro me había habilitado a soñar, a poner en práctica y disfrutar.

Tarjeta de anotaciones de mi libro Mejore su Béisbol

¿Qué era eso al final del libro? Era un tesoro. Mi emoción por salir a jugar y aplicar lo aprendido, me hizo omitir las últimas páginas del libro (no tenían fotos y hacían esas páginas menos atractivas…); pero, regresé al libro y encontré algo maravilloso: tarjetas de anotación, cómo llevar estadísticas del juego y reglas más detalladas. El prefacio y los apéndices surgieron como esas partes que hay que leer también.

Los capítulos finales del libro me enseñaron a entender que el béisbol también es números, estadísticas. ¿Será por esto que me gusta tanto la estadística? No lo sé…de seguro influyó subliminalmente.

Ahora los juegos de los Orioles, de los Blue Jays, Mets y Cardenales eran más apasionantes: ¡Yo llevaba las estadísticas!.

Diagrama de diamante de mi libro Mejore su Baseball

Empecé a entender sobre eso del “porcentaje de bateo”, bases robadas, probabilidades y gran cantidad de anotaciones sobre cada jugada. Es “Mejore su Bésibol” el libro que me hace entender mejor, muchas décadas después, la película Moneyball, y me invita a estudiar el impacto de la estadística en los deportes, ahora de forma más sofisticada con aprendizaje automatizado, esto que llamaremos Machine Learning y que me emociona estudiar, aplicar.

Queens. Los Mets. Washington, Los Nationals. Es el 2019.

Es el 2019 y el trabajo me lleva a Queens en Nueva York. Mientras Rodolfo conduce el auto, lo cual agradezco mucho, yo descubro no muy lejos de su casa que salen personas de las esquinas y caminan con rapidez y sonrisas luminosas: son seguidores de los Mets. ¡Los Mets!

Y entonces aparece imponente el nuevo estadio de estos neoyorkinos metropolitanos. Ahí está. No es el Shea que yo veía de niño y quise conocer; ¡eso no importa! Ahí está. Y yo soy un niño que quiere ir al juego.

Si, es cierto, la vida ya me había dado la suerte de estar frente a la tercera base de los Blue Jays en Toronto, y sentado cerca de la primera base allá viendo a los Bravos en San Diego. Pero, era distinto. Estos son los Mets. Mi equipo de niño.

Unas semanas después le dijo “hasta pronto” a Nueva York y enrumbo hacia Virginia. En Leesburg y el Distrito de Columbia, el trabajo me entretiene y me oportunidad también de conocer las ciudades; camino con mi bella esposa cerca del Potomac y caigo en la cuenta de que no muy lejos de ahí, está el estadio de béisbol de los Nacionales, delimitado por “South Capitol Street al oeste, N Street al norte, First Street al este y Potomac Avenue al sur” versa mi aplicación de mapas en el celular. Muy bien. Horas después me encuentro en el hotel viendo que es momento de apoyar los Nacionales, ¡oh no! ¡contra los Cardenales, mi otro equipo!. Momento histórico. Los Nationals no ha llegado a la Serie Mundial y ahora tiene la oportunidad.Tengo equipo para la serie mundial 2019. A la fecha, los Nationals deberán enfrentar a Houston y sus Astros en el “clásico de otoño”, y yo he vuelto a leer “Mejore su Béisbol” para afinar mis estadísticas.

Aquí está en mi librero el primer libro del inventario. Mejore su Béisbol. Lleno de conocimiento práctico aplicable, dispuesto a abrir el mundo béisbol a quien lo lea, como yo lo hice. No se imaginan cuanto más me ha ayudado. Gracias a papá y mamá quienes le encargaron al Niño Dios este obsequio que comple más de 40 años haciéndome compañía.


Original: Sábado 19 de Octubre, 2019.

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